Además de las atracciones más famosas y concurridas de la “Ciudad Maravillosa”, como el Cristo Redentor y la orilla de Copacabana, el estado de Río de Janeiro ofrece una serie de destinos turísticos igualmente hermosos, tanto en su costa como en la sierra.
Aquí te presentamos algunas sugerencias para excursiones de bate-e-volta que son tan increíbles que seguramente también te harán considerar estadías más largas:
1 – Paraty
Ubicada en la costa sur del estado y accesible en 3 horas por la carretera Rio-Santos 101, la histórica ciudad de Paraty cuenta con poco más de 39 mil habitantes. Conocida por su arquitectura colonial y su tradición literaria, además de su cultura, Paraty también ofrece mucha naturaleza. La ciudad es famosa por la playa más visitada por los amantes de la filosofía hippie, Trindade, y por el Saco do Mamanguá, considerado el único fiordo de Brasil.
2 – Angra dos Reis / Ilha Grande
A 2h30 en coche desde la capital, este municipio costero alberga nada menos que 365 islas paradisíacas, ¡una para cada día del año! Se puede acceder en coche o en autobús desde la estación de autobuses Novo Rio. Se recomienda llegar al centro de la ciudad y desde allí tomar un barco a las playas más famosas, ubicadas en su mayoría en la mayor de las islas, Ilha Grande: la playa de Lopes Mendes (arena blanca y aguas cristalinas), la Lagoa Azul (para buceo), la Praia do Dentista y la do Cachadaço (rocas y aguas azul turquesa).
Armação dos Búzios, a aproximadamente 2h40 desde Río, es una península: una porción de tierra rodeada de agua, con conexión al continente. Puedes llegar allí cómodamente en autobús y descubrir qué es lo que tiene esta antigua aldea de pescadores que encantó incluso a la actriz francesa Brigitte Bardot en la década de 1960. Fue a partir de entonces que la ciudad se hizo conocida en Brasil y en el mundo. Búzios cuenta con más de 20 playas, hoteles y posadas para todos los gustos.
4 – Arraial do Cabo
A 2h30 de la capital y cerca de Búzios, esta paradisíaca ciudad costera es ideal para quienes disfrutan de bucear en aguas cristalinas con o sin cilindro, hacer kayak o pasear en barco y conocer algunas de las playas más bellas del país. La Praia do Farol y las Prainhas do Pontal do Atalaia son verdaderos paraísos naturales que sirven de parada para cruceros nacionales e internacionales.
5 – Petrópolis
De todas las opciones, es la ciudad más cercana a la capital carioca. A solo 1h en coche separa a estas dos ciudades. Es fácil hacer un bate-e-volta y aprovechar para pasear tranquilamente por sus calles. Situada en lo alto de una sierra, la “Ciudad Imperial” ofrece un agradable clima fresco e interesantes paseos por sus construcciones históricas, como palacios y el Museo Imperial, abierto a visitantes y que cuenta una parte importante de la historia brasileña. La Catedral de São Pedro de Alcântara, de estilo neogótico y ubicada en el centro de la ciudad, es conocida como el Mausoleo Imperial, por albergar las lápidas de Dom Pedro II y la Princesa Isabel, miembros de la Familia Real Portuguesa y protagonistas históricos de la Independencia de Brasil. La ciudad también alberga la Casa de Santos Dumont, un interesante museo que muestra los cuartos y objetos exactos donde vivió el brasileño que inventó el avión. Con mucha historia, buenos parques, cafés y restaurantes, Petrópolis es una excelente opción para una excursión de invierno.
6 – Parque Nacional do Itatiaia
Ubicado en la triple frontera entre los estados de Río de Janeiro, Minas Gerais y São Paulo, a 3 horas de la capital carioca, es el parque nacional más antiguo de Brasil. Inaugurado en 1937, es uno de los lugares favoritos para los amantes del montañismo. Sus formaciones rocosas, especialmente el Pico das Agulhas Negras y las Prateleiras, ubicadas en la parte alta del parque, son las principales atracciones para quienes disfrutan de caminatas y escaladas.
Además de su belleza estética, el parque tiene una gran importancia ambiental: protege cientos de nacientes y una importante reserva de Mata Atlántica que sirve como refugio para una rica fauna. Debido a su ubicación en la cima de la Serra da Mantiqueira, presenta temperaturas muy bajas por la mañana y por la noche, lo que lo convierte en un destino muy buscado por quienes disfrutan del frescor del invierno. En verano, sus claras cascadas son una invitación bienvenida para refrescarse en medio de la naturaleza.
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