La Arena de Verona es mundialmente famosa por ser uno de los anfiteatros mejor conservados de la historia, incluso con sus 2000 años
Conocida mundialmente como uno de los mayores patrimonios históricos de la humanidad, la Arena de Verona, en la región de Véneto, fue construida en el siglo I después de Cristo y permanece imponente hasta hoy. Visto con asombro por visitantes de distintas nacionalidades y épocas, es un verdadero gigante arquitectónico que sobrevivió a tres terremotos (en los años 1116, 1117 y 1183), una inundación (en 589) y varias guerras que lo utilizaron como edificio de defensa. Su mantenimiento también se debió en parte a los trabajos de restauración realizados desde el Renacimiento.
En tiempos lejanos, el anfiteatro romano tenía capacidad para 30,000 espectadores. Actualmente el número se ha reducido a la mitad por motivos de seguridad y para ofrecer mejores condiciones acústicas tanto para los oyentes como para los artistas. Sin embargo, desde su fundación, la estructura ha recibido varios usos y solo en el Renacimiento se hicieron esfuerzos para reconstruir la Arena como un anfiteatro de facto.
El primer uso probable del edificio fue como campo de batalla entre gladiadores, guerreros de origen etrusco que luchaban entre ellos o, a veces, contra animales, generalmente hasta la muerte. Con el declive de los juegos de gladiadores durante los primeros tres siglos después de Cristo y el crecimiento del cristianismo, los anfiteatros, en general, comenzaron a recibir otro tipo de espectáculos, como óperas, obras de teatro o batallas, fiestas, etc.
Cabe mencionar que la Arena estuvo fuera de Verona en las primeras décadas después de su construcción. Esto se hizo para evitar que ocurrieran confusiones y revueltas dentro de la ciudad, haciendo mucho más fácil lidiar con ellos afuera. Sin embargo, con el ascenso del emperador Galiano, los límites de Verona se ampliaron y se construyó una muralla para albergar el anfiteatro.
En 1382, el lugar acogió una celebración de 25 días para la boda de Antonio della Scala y Samaritana da Polenta, dos nobles locales.
En los tiempos modernos, la Arena de Verona ha recuperado el importante estatus que había tenido cientos de años antes, en gran parte debido al trabajo de algunos arquitectos renacentistas, como Caroto y Palladio. Así, en 1586, tras un brote de peste, el anfiteatro fue exitosamente reconstruido, con esfuerzos dirigidos especialmente a la estructura que permitía la realización de óperas. Otras restauraciones se realizaron durante los siglos XVII y XVIII y, poco a poco, la Arena retomó su grandiosidad estructural. En 1805, cuando Verona estaba bajo el dominio francés, el anfiteatro fue visitado por nada menos que Napoleón Bonaparte.
A partir de 1913, la Arena de Verona comenzó a albergar el Festival de Ópera de Verona, que conmemora el centenario del nacimiento del compositor Giuseppe Verdi; la primera presentación fue la de su obra Aída. Desde entonces, el anfiteatro ha tenido actuaciones todos los veranos, excepto durante las dos Grandes Guerras. También fue sede de espectáculos y conciertos de muchas bandas y artistas famosos, como Pink Floyd, Frank Sinatra, Bjork, Kiss, Deep Purple, Black Sabbath entre otros.
De todos modos, el foco principal del anfiteatro es la producción de óperas; vale la pena mencionar que las óperas forman parte del repertorio de música clásica erudita. Los orígenes de este género se remontan a los últimos años del siglo XVI, en la ciudad de Florencia, Italia, un país que se ha convertido en un verdadero centro de compositores de calidad, si no en el territorio, en el idioma. Muchos otros músicos compusieron obras en italiano, como Mozart, lo que demuestra la influencia de la música italiana en el continente europeo.
Jacopo Peri es considerado el inventor de la ópera, aunque su obra, Dafne, se haya perdido a lo largo de los años. Su idea al escribirla fue restaurar las tragedias griegas que, para él y su grupo, la Camerata Florentina, podían cantarse íntegramente. El origen de esta idea, a su vez, está en los preceptos del Renacimiento para buscar inspiración en la antigüedad, mientras que la ejecución de la misma proviene de la práctica de la monodia, muy en boga a finales del siglo XVI.
Monodia es originalmente una composición medieval en la que solo hay un cantante cantando el texto, sin acompañamiento musical. Esta idea fue apropiada por los florentinos y transformada en un estilo en el que una voz solista se acompaña de algunos instrumentos, generalmente con un tono melancólico que proviene de la poesía, donde la palabra monodia designa un poema donde un yo lírico llora la muerte de otro.
En el siglo XVII, la ópera italiana se consolidó como uno de los máximos exponentes de la cultura occidental. Luego se dividió: la ópera seria y la ópera buffa. Se distinguieron de muchas formas, siendo la primera, como se puede deducir por su nombre, más serias, y la segunda rescatando las obras más cómicas que fue el proyecto teatral italiano. Algunos de los nombres más importantes de ese período son Pietro Metastasio y Carlo Goldoni.
Finalmente, fue a lo largo del siglo XIX cuando la ópera conoció su época dorada, con el compositor italiano Giuseppe Verdi. En este período considerado romántico, la ópera vio crecer su influencia en los países europeos y la creación del espectáculo tal como lo conocemos hoy: una increíble mezcla de elementos del teatro, de la música clásica, del vestuario y mucho más.
Y cómo hablar de ópera sin mencionar a su mayor cantante lírico de todos los tiempos: Luciano Pavarotti. Gran intérprete de las obras de Bellini, Donizetti, Verdi y Puccini, entre otros en su vasto repertorio, es reconocido como el tenor que popularizó la ópera en todo el mundo.
