Una de las autopistas más bellas de Brasil, la Río-Santos bordea un litoral de curvas, playas impresionantes y muchas historias
Las curvas de la autopista de Santos encierran bellezas que pocas carreteras ofrecen y han merecido incluso una canción del famoso cantante Roberto Carlos.
Con 457 kilómetros entre la capital de Río de Janeiro y la región metropolitana de Santos, la Río-Santos es una carretera federal que discurre entre la Sierra del Mar y uno de los tramos más bellos del litoral brasileño. Alternando sinuosos tramos de montaña con vistas de cine a pocos metros del mar, la carretera tiene salidas a decenas de pequeñas ciudades costeras y cuenta con varios miradores para disfrutar de la vista a lo largo del trayecto.
Angra dos Reis, a 2 horas de Río, a primera vista no parece tener muchos atractivos, aparte de los amarres en su centro. Sin embargo, es en el mar donde se revela y presenta sus magníficas sorpresas. Hay nada menos que 365 islas con más de dos mil playas de todo tipo, desde propiedades privadas a verdaderos paraísos tropicales accesibles sólo en barco -se puede alquilar uno privado o compartir embarcaciones colectivas-. A la mayor de las islas, Ilha Grande, se accede en un ferry que tarda cerca de hora y media en llegar a Vila do Abraão, el centro de la isla que, por su perfil ecológico, no admite coches, pero tiene varias opciones de posadas, cerca de senderos a las más de 100 playas y cascadas. Es un destino de ensueño para quienes buscan aventura, relajación y contemplación en medio de la naturaleza más pura.
El litoral paulista ofrece una opción similar, pero un poco más urbanizada: Ilhabela, una isla encantadora con una travesía de 20 minutos (en ferry, donde también van los coches), que sale del municipio costero de São Sebastião. Conocida como la Capital de la Vela -por albergar anualmente una semana internacional dedicada al deporte náutico-, la isla ofrece una buena estructura de restaurantes y posadas, desde los más rústicos a los más sofisticados, así como varias opciones de playa. Ilhabela In Jazz se celebra todos los años, normalmente en octubre, y es un festival internacional ineludible para quienes disfrutan de las elegantes armonías del jazz, arrullados por los sonidos del mar.
Otro destino muy conocido en el tramo paulista es Caraguatatuba. Con 17 playas, la ciudad celebra festivales gastronómicos como el Festival de la Gamba (junio), el Festival del Salmonete (julio) y el Festival del Mexilhão (noviembre). Al igual que las ciudades costeras de Maresias y Ubatuba, es uno de los conocidos lugares de veraneo muy frecuentado por los paulistas.
Además de las hermosas vistas, el recorrido de la carretera reúne importantes referencias históricas de la época de la colonización de Brasil: la encantadora Paraty, una de las ciudades más antiguas del litoral sur de Río de Janeiro, conserva en su centro histórico -inscrito en el Patrimonio Nacional- toda la riqueza estética de la época colonial, con su arquitectura y sus encantadoras calles de piedra. Eventos anuales, como la Feria Literaria Internacional (FLIP), agitan el municipio y llenan las posadas entre los meses de julio y agosto. Además de toda la historia, también hay cascadas y excursiones en barco a playas vírgenes, un refugio perfecto para los que buscan tranquilidad. En el tramo que recorre la costa norte de São Paulo, la ciudad de Bertioga alberga en su playa central la fortaleza más antigua y mejor conservada de Brasil: el Fuerte de São João, de 1547.
Y no hace falta mencionar el principio y el final de la autopista, que marca dos de las ciudades más antiguas e importantes del país: Río de Janeiro, el mayor destino turístico de Sudamérica, con sus famosas playas y atracciones culturales, y la ciudad de Santos, la mayor ciudad del litoral paulista y sede del puerto más activo de Brasil.
Son tantos los atractivos que se puede decir que la Río-Santos es una carretera que encaja perfectamente en aquel viejo dicho: lo más importante no es el destino, sino el camino.
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