Es bastante común que la gente diga esto después de hacer una serie de “sacrificios” gastronómicos o físicos. Pues bien, primero hay que entender que adelgazar significa perder grasa corporal (%grasa), no sólo perder peso en la báscula.
Si está intentando perder peso, manténgase alejado de las fórmulas milagrosas de solución rápida. Lo correcto es hacer una reeducación dietética; es decir, nunca suprimir grupos enteros de alimentos de las comidas, como dejar a cero los carbohidratos o las proteínas. Es un error. En realidad, esto provoca una deficiencia nutricional.
Lo que debes hacer es reducir la ingesta de calorías, sobre todo de comida rápida como pizzas, bollería, palillos, bebidas alcohólicas, dulces, etc. Ojo: reducir mucho, ¡pero no hay que llegar a cero! Para cada dieta hay un tiempo de adaptación para cada individuo, cada organismo y cada metabolismo. Si con la reducción, de forma gradual, se consigue eliminar por completo, o incluso sustituir este tipo de alimentos por otros más nutritivos y saludables, ¡mejor para ti!
Lo importante es, paralelamente a la nueva dieta, realizar actividades aeróbicas y entrenamiento con pesas. Las actividades aeróbicas te darán más aliento y más resistencia en el día a día, incluso para actividades sencillas (como subir una escalera, por ejemplo), y el entrenamiento con pesas ayuda a evitar lesiones, ya que fortalece las articulaciones y aumenta la masa muscular, generando un aumento del metabolismo.
Aunque no lo parezca, dormir bien también ayuda a perder peso. Si puedes dormir al menos 8 horas cada noche, ¡muy bien! Y es que no dormir bien aumenta la producción de una hormona llamada grelina, que estimula el apetito. Así que ya ves…
Nunca te saltes las comidas ni las sustituyas por batidos milagrosos. Come bien, con todos los nutrientes y vitaminas, evitando los desórdenes alimenticios y los efectos rebote (acordeón).
Un estudio publicado en diciembre de 2013 por PubMed – US National Library of Medicine, de los Institutos Nacionales de Salud, en Estados Unidos, comparó la cantidad de actividad física en el gasto calórico semanal con el riesgo relativo de muerte (siempre que sea por causas naturales, como envejecimiento, sedentarismo, enfermedades agudas o crónicas…) y concluyó que los individuos que gastaban una media de 3.000 a 3.500 kcal por semana tenían la menor probabilidad de riesgo de muerte. En cambio, los que gastaban una media de 500 kcal por semana tenían un 120% más de probabilidad de muerte. Por lo tanto, se recomienda realizar al menos 30 minutos de actividad física al día sólo para mantener la salud. Pero cuando se trata de perder peso y realizar cambios físicos, este tiempo debe aumentar a 60 min diarios, que deben emplearse tanto para el entrenamiento de fuerza como para el aeróbico.
Cree. Ten fe, concentración y fuerza de voluntad en que lo conseguirás.
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